“El
fuego sagrado” de los escalonilleros
Dime que es lo que verdaderamente amas,
lo
que buscas con todo empeño, esperando
encontrarlo,
y me habrás dado con ello una
expresión
de tu vida. Amas lo que tu vives.
Fichte, J. G. (1762 – 1814)
Algunas
veces resulta aconsejable detenerse en la vida para reflexionar, yo procuro
hacerlo con cierta frecuencia sobre los temas que más me interesan; llevo ya
algunos años que, con cierta insistencia, lo hago sobre la identificación, la íntima
relación de los escalonilleros y escalonilleras con su Cristo de la Cruz a Cuestas, y me pregunto, ¿Por qué esa
identificación se realiza con tanta intensidad? ¿Por qué se manifiesta de forma
tan generalizada entre la población, incluso en momentos de crisis de valores religiosos?.
No me resultaba fácil expresarlo por escrito; al menos, no encontraba
las palabras adecuadas para hacerlo, hasta que por fin he recurrido a la fuente
más fiable: vosotros escalonilleros; vuestras expresiones, vuestra forma de
manifestarlo. De esta forma, he encontrado que, año tras año, habéis ido
describiendo y detallando esa relación muchos de los que escribís en el
programa de fiestas, aunque no haya sido de forma monográfica y sistemática.
Yo, este año, he sentido la necesidad de dedicar mi escrito a este fenómeno
religioso que los lugareños vivimos durante todo el año, pero que en
determinados momentos amplía su radio de acción, su influencia, y se convierte
en algo más profundo y más extenso; en un fenómeno sociológico de
identificación propia de todos los escalonilleros. Un fervor religioso transformado en un fenómeno de
identificación popular, en unas señas de identidad o, tal vez, en un
manifestación cultural propia, que marca a una pequeña población. Por y para ello,
he repasado prácticamente todo lo que habéis escrito, y me he quedado asombrado
de lo bien que recogéis y reflejáis la identificación existente. Me vais a
permitir que utilice algunas de las expresiones y testimonios utilizadas,
aquellas que me han parecido más determinantes, aunque otras muchas también
hubiesen sido igualmente significativas.
1º.-
Un breve repaso a la historia.
Habría que remontarse muchos años
atrás, para encontrar esa identificación que se manifiesta claramente desde
hace 173 años (1834, con el voto popular), aunque quizás tenga más de 300, ya
que la fe en Jesús de Nazaret se había “visualizado”, primero, en el Cristo de la Sangre y, más tarde, en el Cristo de la Cruz a Cuestas,
posiblemente simultaneándose ambas devociones; según Gonzalo Fernández, desde
la 2ª mitad del siglo XVII (1666, ya había en nuestra iglesia parroquial una
imagen del Cristo de la Cruz a Cuestas).
En los siglos XVIII y XIX, habría ido creciendo hasta su consolidación con la
explosión del voto popular de 1834. Su ratificación en el año 1.885, sin
duda, fue el testimonio y la
apuesta más clara de Escalonilla por
seguir potenciando su devoción, beneficiándose de su benéfica protección;
además, iba configurando y consolidando sus propias señas de identidad. Dos
centurias, tal vez más, son tiempo suficiente para ello, y para que este
sentimiento se encuentre sustentando en unas consistentes raíces.
¿Cómo se manifiesta esta relación de identificación?.
Me atrevería a decir que de dos formas:
a).- De forma sosegada, día a día,
durante todo el año, con visitas continuas a su capilla, misas, velas, miradas
apasionadas, confidencias, etc., etc.; cuantos escalonilleros/as visitan su
capilla para pedirle gracias, cuantas velas encendidas, cuantas peticiones,
cuantas plegarias; seguro que cualquiera de vosotros, podríais escribir aquí
una larga lista de innumerables detalles para confirmarlo, aunque tal vez,
algunos deseéis dejar todo en el anonimato. Como lo hagáis, bien hecho estará,
ya que, no se donde, todo se encontrará y fundirá en un mismo e inconfundible
ramillete ascendente: el ramillete escalonillero, donde la complicidad y
coincidencia de todos en este aspecto está más que demostrada.
b).- De forma más impulsiva,
me atrevería a decir que más explosiva, cuando ya empiezan las novenas el seis
de septiembre, para culminar en la procesión el día de su festividad, el 14 de
septiembre. Que bien fue identificada por un sacerdote, hijo de nuestro pueblo,
Leonardo Duro, en 1989, al calificarla de “Fuego
Sagrado, que no sólo se mantiene de forma individual sino que se transmite y se
propaga de hijos a padres como impulsados por un instinto de supervivencia y de
conservación de nuestra identidad”. Las gentes de este pueblo, de nuestro
pueblo, nos mantenemos firmes en una de las creencias más queridas,
heredadas de nuestros antepasados y que nos confiere una acusada personalidad
religiosa, que no dudamos en prolongar a nuestros comportamientos cívicos, a
nuestra actividad como pueblo: la clara manifestación de fe y devoción al Cristo de la Cruz a Cuestas. Seguro que
encontraríamos otros rasgos comunes, pero que carecen de interés ante la
dimensión del anterior.
Para describir esa visión general
que tiene un escalonillero (incluyo a la
mayor parte de “los “ausentes”), pienso que resulta clarificador complementar
lo anterior con las referencias que realizaba un ilustre paisano, Ángel Alonso,
médico de profesión y ausente por necesidades de la misma, cuando puntualizaba
en su pregón de la Semana Cultural de 1.997: “ ........ al mejor Alcalde, al mejor Maestro, al Médico que cura todos
los males del cuerpo y del espíritu......... al Cristo, a Nuestro Cristo de la
Cruz a Cuestas, al que ocupa el mejor lugar del corazón de los/as
escalonilleros/as, donde quieras que estés, el único capaz de reunir, en torno
a si, a todos los hijos de Escalonilla, bien de presencia en su multitudinaria
“función” o de pensamiento desde cualquier parte del planeta”.
Recordemos que ya fue nombrado “Alcalde Perpetuo” el 6 de septiembre
de 1.990, nombramiento que se hizo público en la Iglesia Parroquial, en el
propio acto del inicio de su novenario: “....En
su virtud propongo que por aclamación popular se le designe como ALCALDE
PERPETUO de Escalonilla, y que las generaciones que nos sigan encuentren en Él
un apoyo firme para regir, de acuerdo con Su Voluntad, los destinos de esta
Villa, en la creencia firme de que no podrán encontrar mejor Valedor”.
Primero, en 1834, fue el voto
popular, avalado por las firmas de los escalonilleros; después, en 1885, su
ratificación a través de un acta municipal, igualmente avalada por 122 firmas y
por la del secretario del Ayuntamiento, Ramón López (entre ellas encuentro la
de mi abuelo: Victoriano Alonso); luego vendría 1990 ..... y, seguro, que un
sin fin de testimonios personales anónimos, que permiten a los escalonilleros
disponer de ese nexo común identificativo, de ese sentimiento colectivo que
rebosa en todos nosotros.
Qué
bien, con cuanta precisión ha descrito Ángel Bienayas, en una emotiva y
preciosa poesía: .....”El Cristo está
vivo, no es de madera....., así se vive el Cristo en Escalonilla.”, esta
relación “viva” , “apasionada”, ......entre Escalonilla y su Cristo; o, el
amigo Restituto (q.e.d.), que año tras año, en el programa de fiestas,
incansable, ha pregonado su fervor a través de sus versos: “Dure lo que dure mi vida, en Ti tengo Fe, Jesus....”. ¡Cuantos
testimonios de escalonilleros habrá en esta misma dirección!, aunque sólo se encuentren escritos en algún
lugar profundo de sus corazones. ¡Qué desahogo cuando los sentimientos se
pueden expresar escribiéndolos sobre el papel!, algún día puede que tu también
lo hagas. Yo, hasta hoy, era algo que me inquietaba al tenerlo pendiente; hoy
ya me siento más tranquilo, más aliviado, más .....
3º.- Momentos
claves:
a).- El novenario.
Antes de la fiesta religiosa, de la
procesión, se empieza la preparación general; podríamos decir que el
entrenamiento. Los escalonilleros no descuidan este aspecto y, durante todo el
año; pero de una forma especial durante los nueve días del novenario, acuden a
su iglesia parroquial a rezar su novena, a realizar sus peticiones y a ofrecer
su cariño a través de esas flores que ahora van depositando, día tras día, a
los pies de su Nazareno: Los niños, la tercera edad, los matrimonios, los
maestros, las autoridades locales, los agricultores y un largo etcétera, van
manifestando su testimonio, recorriendo el pasillo central de la iglesia con
sus ramos de flores que depositan a los pies del Cristo, portadoras de nuestro
compromiso y de nuestras peticiones individuales, anónimas; con la esperanza de
que sean atendidas en virtud de ese compromiso de correspondencia que, sin
estar escrito, es una realidad firme; que ya empezó con nuestros antepasados,
que continua manifestándose con nosotros y con nuestros hijos. Ya no existe
aquel mortífero cólera morbo que azotó a Escalonilla y a otros muchos lugares,
ahora tenemos otras necesidades personales, otros aprietos familiares, que
necesitamos y queremos compartir Contigo, “Cristo
de la Cruz Acuestas”, pues ya formas parte de la Historia de esta pequeña
comunidad, de nuestro pueblo, de Escalonilla; ya eres uno más de nosotros.
Seguro que nuestros ancestros se sentirán orgullosos de nuestros
comportamientos, de nuestra actuación, de la continuidad de su manifestación
religiosa, de esas inconfundibles señas de identidad escalonillera. ¡Qué
extraordinario sería trasvasar esta experiencia a otras actuaciones de
convivencia!. ¡Qué potencialidad como pueblo tendríamos!; pero......, hoy me
conformo con seguir haciendo estas reflexiones en voz alta; tal vez
mañana..........
Parece que en este caso no se cumple esa ley que dice: “El destino
del hombre es pasar, y, por eso, toda obra humana individual o colectiva tiene
fecha de caducidad”; con nuestro Cristo, el fervor de los escalonilleros no
tiene caducidad, ya que su transmisión generación tras generación, después de
lo visto y vivido, esta garantizada.
b).- La festividad: El día del Cristo.
Ha llegado el día 14; es su
día, ¡es el día del Cristo!. Los alegres acordes de la diana matutina se
encarga de despertarnos con tiempo para asistir engalanados a la solemne misa
que abre la festividad; luego, por la tarde, la procesión, esperada con ánimo y
fervor contenido por todos los escalonilleros que llegan de todas las partes de
España y se apiñan en la Plaza de Abajo, para ver salir, para ver entrar a su
Cristo por la puerta de la Iglesia; para verle esconderse y rápidamente
erguirse majestuoso sobre su carroza. ¡Cuanta emoción contenida!, ¡Cuanta
gente!, ..... Cómo se congregan, cómo se apiñan los escalonilleros alrededor de
su Cristo en estos emotivos momentos y cómo se mantienen durante todo el
recorrido procesional. Para reflejarlo, nada mejor que la descripción de Vanessa
Peña en uno de sus versos: “Como se
llenan las calles de mi población..... Cuando te sacamos en procesión”; o,
a la de Restituto: “Desde hace mucho
tiempo // Esta fiesta se celebra // Los que viven en el pueblo // Y los que
vivimos fuera.......”.
Cuando la procesión llega a su
último tramo, hay un momento de reflexión, de sosiego, de recogimiento íntimo;
es cuando después de una larga espera por todo el recorrido procesional, tras
el inconfundible sonido de los motetes interpretados por nuestra extraordinaria
banda de música local y las alocuciones correspondientes, la imagen en su
carroza tiene que ser perfectamente cuadrada y alineada para poder entrar de
nuevo en la iglesia parroquial; cuando, a través de algún artilugio mecánico,
tiene que descender y esconderse prácticamente en el interior de su carroza, de
forma que la imagen pueda pasar por la puerta y adentrarse en el templo; esa
puerta que soporta, desde hace muchos años, también en otros momentos de
intensa tensión y grabado por los propios escalonilleros, el rótulo de: “Casa
del Pueblo”, que se ha mantenido, durante mucho tiempo, dibujado muy tenuemente
en su parte alta, bajo la cornisa de piedra,
y que ahora y en estos momentos, mejor que nunca, puede hacer gala de
ese título. ¡Quién se lo iba a decir a nuestros paisanos grabadores!. ¡Qué
paradojas del destino!.
Vivimos un instante sublime, un
momento de meditación donde los escalonilleros podemos renovar, multiplicar nuestras peticiones y realizar
nuestras ofrendas anónimas, que no se materializan, pero que son compromisos
ineludibles para quienes las hacemos, y que son una prolongación de esas otras,
más ostentosas, más materiales, que cumplen la finalidad de embellecer y
adornar la imagen y su carroza durante el novenario, introducidas
recientemente. Se ha modificado la austeridad y literalidad del acto
centenario, aunque muchos, al menos algunos, sentimos que hay que conservar aquel mismo espíritu de
fervor, aquellas inconfundibles esencias, ese permanente sabor a tradición, a
bisabuelos, abuelos y padres; que las comas, los acentos, la entonación, el
instante, el órgano, ese insignificante detalle que para otros pasa
desapercibido; la propia atmósfera de la Iglesia, que los escalonilleros
amamos, sentimos....., y no queremos ni debemos perder jamás. Año tras año,
volveremos a percibir esas mismas sensaciones, que vamos enriqueciendo con esas
otras nuevas que progresivamente van surgiendo; por lo que tal vez, también ha
llegado el momento de impulsar e incorporar a esa nueva cofradía del Santísimo
Cristo de la Cruz a Cuestas, que un tanto desdibujada aparece únicamente en las
procesiones de Semana Santa. Eso dependerá de que los escalonilleros quieran
tener un protagonismo más activo en algunos aspectos organizativos de la
fiesta; al menos, es otra opción a considerar para todos y, de una forma
especial, para la nueva Corporación Municipal, a quien desde estas líneas
felicito y deseo una fecunda y fructífera legislatura.
Ya ha finalizado la procesión, ya hemos cargado las pilas, ya tenemos
cuerda y marcha para todo el año; un largo año....., pero no importa, ya
estamos pensando en el próximo. No
faltaré, aquí estaré de nuevo en la procesión, puede que haciendo el recorrido
descalzo, puede que integrando las largas filas de devotos con velas o como un
nuevo cofrade, puede que en el más absoluto anonimato, confundido con otros
paisanos. Es lo mismo, tengo tiempo para pensarlo durante el camino de vuelta,
.........., durante un largo año.
Los bollos, los pasteles, la cerveza, los besos de despedida a la
familia, a los amigos, y ....., al coche; arranca, es de noche, se ha hecho muy
tarde y tenemos que dejar Escalonilla y volver a ese otro lugar donde vivimos.
¿Tendrán allí las gentes su propio Cristo?. ¿Será como el nuestro?. ¿Seremos los
escalonilleros unos fanáticos?, ¿..............?. Mañana, antes de salir de mi
nube, antes de respirar ese otro aire, posiblemente más contaminado, procuraré buscar la respuesta.
Procesión del año 1928
La imagen del Cristo entrando en la Iglesia - año 2009
Procesión del año 1928
Alejandro
Pinel Alonso.
-Septiembre del 2007-